Los nervios del deadline

28 de enero de 2016

Fuente: MrWonderful (aquí)
Y, digo yo, ¿por qué? Tengo un problema siempre que estoy en la fase final de la traducción de un libro y es que, por muy bien que lo lleve todo, por muy cumplidora que sea con los objetivos, cuando se acerca la fecha de entrega me tiro de los pelos y mis ojeras empiezan a oscurecerse (ya me gustaría a mí una taza de esas con superpoderes para borrar ojeras de oso panda, ya). Que me da la sensación de que siempre me pilla el toro, o de que todo parece volverse negro, o de que a los días le faltan horas. Solo es una sensación, porque nunca he tenido ningún problema y siempre he cumplido con los plazos, pero, ay, que los nervios que yo paso no son normales.

Resulta que llevo yo un tiempo tan requetebién traduciendo una novela que, dicho sea de paso, es fabulosísima (ya hablaré de ella en su momento), cuando me da por mirar el calendario (vale, ya lo tenía mirado) y veo que me faltan unas dos semanas para la entrega. Y ya empieza ese nosequé que me vibra por dentro. Que si no voy a dormir, que si no me da tiempo, que si, que si, que si... Tanta preocupación para nada, porque luego no pasa nada, luego no hay ningún problema, y todo queda en un estrés tonto que me podía haber ahorrado. Cierto es que ahora estoy con varios proyectos y me da por pensar en todos al mismo tiempo, y, ay otra vez, que me pongo nerviosa. 

Me parece a mí que esto de alterarse a estas alturas de la copla es normal, que no solo me pasa a mí y que no solo pasa en este trabajo. Los plazos nos ponen nerviosos y, por muy bien que llevemos el trabajo, es inevitable pensar que no vamos a llegar. Aunque, y hablo solo por mí, benditos sean los plazos, porque yo sin ellos no funciono. ¿Qué opináis vosotros? ¿Lleváis bien lo de trabajar bajo presión? ¿Sois de los que os ponéis nerviosos cuando se acera la fecha de entrega? Contadme, contadme.

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